El DCA exige una respuesta cada vez más especializada. Existe un consenso prácticamente generalizado acerca de que el establecimiento de una red específica de recursos sanitarios y sociales, para el abordaje integral, es una necesidad, así como en que la rapidez en que los pacientes que sufren una lesión cerebral sean sometidos a un intenso y exhaustivo proceso rehabilitador es fundamental para la recuperación de sus capacidades. Por tanto resulta indispensable disponer de unidades específicas en las que equipos multidisciplinares traten el daño cerebral por de una manera integral.
El 23 de marzo, se celebró en Martorell (Barcelona) la IX Jornada Sociosanitaria de Enfermería y Fisioterapia organizada por Hermanas Hospitalarias. Además de abordar el presente y futuro del área sociosanitaria en Cataluña, la experiencia de más de 25 años de la Red Menni de Daño Cerebral ocupó un lugar importante en esta edición, puesto que estuvo dedicada a la rehabilitación integral del daño cerebral adquirido.
En este contexto, Marcos Ríos Lago, coordinador de la Unidad de Daño Cerebral del Hospital Beata María Ana, habló del abordaje multidisciplinar del paciente con daño cerebral adquirido. Hoy las técnicas de intervención son más eficaces y disponemos de nuevas tecnologías; es más favorable relación coste-beneficio de los programas; conocemos mejor cuáles son los recursos más adecuados y tenemos mejor conocimiento de variables individuales asociadas al pronóstico. Pero “ni la biología, ni la medicina, ni la psicología, ni la terapia ocupacional ni la logopedia… han mostrado una efectividad plena en la rehabilitación del DCA”. Nuestro neuropsicólogo recordaba de esta manera la necesidad de rehabilitar mediante equipos terapéuticos combinados y coordinados, de funcionamiento transdisciplinar, para obtener éxito en la intervención, a la par que explicó el trabajo rehabilitador de cada una de las disciplinas.
Recomendaciones generales
Durante su intervención, Marcos Ríos realizó algunas recomendaciones generales de consenso ratificadas por su experiencia clínica y sus estudios, y que se recogen en la ‘Guía clínica de neurorrehabilitación del daño cerebral adquirido’, editada por la Fundación Reintegra con el apoyo del IMSERSO, y de cuyo comité de expertos él mismo formó parte:
- El tratamiento neurorrehabilitador deberá iniciarse de la forma más precoz posible, teniendo en cuenta la naturaleza de la intervención y la capacidad del paciente para colaborar. En cualquier caso, se ha de procurar que el inicio del tratamiento sea siempre durante los 6 meses siguientes a la lesión cerebral.
- Los pacientes con DCA deben ser tratados con la máxima intensidad posible durante el proceso de rehabilitación. La máxima intensidad posible durante el proceso de rehabilitación comporta que los pacientes se vayan a casa antes y presenten una mejoría funcional más rápida, una mayor magnitud del cambio, mejor funcionamiento cognitivo al alta y menor deterioro en las actividades de la vida diaria (AVD) al año.
- La rehabilitación de personas con DCA debe ser administrada por equipos transdispiclinares, especializados en rehabilitación del DCA, en entornos específicamente dedicados a la neurorrehabilitación. El tratamiento de neurorrehabilitación dispensado por un equipo transdisciplinar ha demostrado ser más eficaz que no recibir tratamiento o que tratamientos puntuales no coordinados.
- Cuando sea posible, la rehabilitación se dispensará de forma ambulatoria, con seguimiento especializado, lo cual reduce el gasto y aumenta la satisfacción de los pacientes.
- El proceso de neurorrehabilitación ha de estructurarse de acuerdo a una visión integral u holística de la persona afectada, y mediante una estrecha coordinación entre los agentes terapéuticos (equipo interdisciplinar, paciente y familia). La intervención con la familia ha de hacerse desde dos vertientes: la familia como paciente y la familia como coterapeuta.
- El tratamiento deberá incluir un programa de psicoeducación lo más adaptado posible a las necesidades individuales de cada persona y su entorno familiar. Se recomienda la introducción de la figura del ‘gestor de caso’, que facilite la gestión integrada de los diferentes recursos y realice un seguimiento individual del caso.
- Se ha de procurar la participación activa del paciente en la formulación y seguimiento de los objetivos terapéuticos.
Marcos Ríos reiteró asimismo que los objetivos deben de girar siempre en torno al concepto de calidad de vida, y no sólo en torno a la curación o a la supervivencia.