¿Cuánto tiempo lleva en el cargo de Superiora del Hospital Beata María Ana?
R: Hace aproximadamente un mes que llegué a Madrid. Estoy aún en proceso de toma de contacto y de aterrizaje, aunque ya estoy asumiendo todas mis funciones. Me gustaría hacerme más presente en la institución. Me gusta estar con la gente. Me gusta estar con el personal. Quiero que me sientan como alguien que está aquí para cuidarles, para apoyarles y acompañarles en la misión, que es misión de todos: de la comunidad, del personal y de todos.
P: Usted viene de Barcelona, donde ha sido Superiora de Hospital San Rafael. ¿Podría explicarnos cuál ha sido su trayectoria profesional?
R: Después de mis años, la trayectoria ya es larga. Recién profesada comencé a estudiar magisterio. Lo hice para trabajar con niños de educación especial. Cuando terminé la carrera de magisterio empecé teología, aunque ésta no la terminé y me fui a Bolivia. Allí estuve trabajando con niños sordos, para lo que me tuve que formar, puesto que nunca había trabajado con personas con esta dificultad, y estuve haciendo unos cursos en Buenos Aires para después trabajar en el Instituto de Audiología de Cochabamba. Tras esa etapa, volví a España con intención de volver de nuevo a Bolivia, pero ya me quedé aquí. Terminé estudios, estuve algún tiempo como formadora y después superiora, hasta que en el año 83 aterricé en el hospital San Rafael de Barcelona, donde prácticamente, salvo una ausencia de doce años en los que estuve en Zaragoza, he estado hasta ahora.
P: De todos estos ámbitos en los que ha trabajado, ¿en cuál se siente más cómoda?
R: Lo cierto es que me he sentido cómoda en todos. Muchos de los trabajos que he realizado me ha gustado simultanearlos con otros. Por ejemplo, en Zaragoza era Directora Administrativa, aunque también era la Coordinadora de Pastoral de la Salud; o en el hospital San Rafael, al tiempo que ejercía como Directora Administrativa, también me dedicaba a Pastoral Juvenil. Cuando estuve en formación durante nueve años, aunque vivía en el hospital San Rafael, trabajaba en la Fundación Nou Camín, que es una fundación de la congregación destinada a atender a los enfermos mentales en aquellos aspectos que desde los centros no lo pueden hacer, como son tutelas, curatelas o administración de sus bienes. Siempre me ha gustado compaginar la faceta administrativa con la parte de pastoral, más espiritual.
P: A la ilusión de emprender un nuevo reto, le acompaña siempre un buen número de ideas y proyectos. ¿Qué objetivos o líneas de trabajo se propuesto poner en marcha en esta etapa?
R: Lo primero que tengo que hacer es conocer. El objetivo es que la hospitalidad esté lo más presente posible en la obra hospitalaria, y que se trabaje con unos valores y con un estilo concreto. Yo creo que se está haciendo, pero todo lo que yo pueda apoyar y promover, lo haré. Siempre hay una inquietud en mi que me lleva a apoyar proyectos. Por tanto, cualquier iniciativa que me propongan, estaré ahí para ayudar a que salga adelante.
P: Todos los hospitales curan, sin embargo, ¿en qué cree que debe diferenciarse un hospital católico, que además pertenece a una congregación religiosa como en este caso Hermanas Hospitalarias?
R: La principal diferencia radica en el estilo y en los valores. Y son los valores que encarnamos las personas, porque un hospital católico no lo hacen las paredes, sino las personas que, a la hora de trabajar y de estar en el centro, tienen que tener en cuenta los valores de la institución. Si nuestros valores son los católicos –que se da por supuesto- entonces nuestro hospital será católico.
P: Desde un punto de vista instrumental ¿Cómo se gestiona esa relación, que está basada en valores, entre la congregación y el hospital?
R: Yo creo que es un conjunto de cosas. En primer lugar, diría que es una presencia. Las hermanas que estamos en los centros hacemos una presencia de carisma y de espiritualidad, aunque a veces seamos mayores. Somos la presencia más destacada de la institución y es fundamental. También es importante que desde la dirección del centro se esté preparado para formar en valores al personal que llega y al que está. El personal que lleva tiempo en el hospital está bastante familiarizado con la institución, puesto que ha trabajado codo a codo con las hermanas. Sin embargo, también hay que cuidarlo y formarlo para que se responsabilice y pueda ser transmisor del carisma, la espiritualidad y el estilo hospitalario en la atención al enfermo.
P: Hermanas Hospitalarias y, como elemento integrante, Hospital Beata María Ana, llevan a cabo una importante labor social en partes deprimidas del mundo. ¿Cómo se puede aprovechar esa acción humanitaria y social de la experiencia de los hospitales?
R: Aunque aún no conozco muy bien lo que está haciendo el Hospital Beata María Ana, si sé que tiene un importante proyecto en India. En cualquier caso, yo creo que la acción solidaria no tiene que ser solamente en países del tercer mundo. También es importante fijarnos en el entorno donde vivimos, que es un entorno necesitado. Nosotros tenemos que estar comprometidos en aquello que nos identifica, la salud. Esto lo podemos ver reflejado en la atención a la salud mental, en la atención a las personas que carecen de asistencia en el ámbito de la psicogeriatría y discapacidad psíquica, entre otros.