En la actualidad, a pesar de que sociológicamente la contaminación ambiental está presente en nuestra vida cotidiana, en medios de comunicación, tertulias, movimientos ecológicos-verdes etc… y a pesar que desde hace años es conocida la relación entre la contaminación del aire y el riesgo cardiovascular, la realidad es que ni en la población general ni los médicos que se dedican al tratamiento de pacientes con problemas cardiovasculares dan la importancia necesaria a la contaminación ambiental, centrando sus esfuerzos en el control de los factores de riesgo cardiovasculares tradicionales .
La contaminación del aire en ambientes exteriores o interiores es la contaminación por cualquier agente físico, químico o biológico que modifica las condiciones o características del aire. Datos de la Organización Mundial de la Salud (OMS) revelan que un porcentaje muy elevado de la población global está expuesta a niveles de contaminación del aire superiores a los recomendados.
La contaminación ambiental causa más de tres millones de muertes anuales, debidas principalmente a causas cardiovasculares como la enfermedad coronaria, la insuficiencia cardíaca, los accidentes cerebro vasculares, la fibrilación auricular, la muerte súbita y las cardiopatías congénitas, existiendo cada vez más evidencia científica de su implicación en la alteración de la fisiología cardiovascular, siendo esta expresión de afectación cardiovascular preponderante sobre la afectación pulmonar por la inhalación de aire contaminado.
En Europa se producen 760.000 muertes en exceso cada año y en Madrid se registran más de 5000 muertes en exceso al año relacionadas con la contaminación. En una publicación reciente en Eur Heart Journal 2021, la contaminación del aire ocupa el cuarto lugar de todos los factores de riesgo de mortalidad global .
Las partículas contaminantes con mayor efecto perjudicial para la salud a largo plazo son las de tamaño menor a 2,5 micras finas y ultra finas <0,1micras y el dióxido de nitrógeno (NO2); estas partículas al ser más pequeñas tienen más facilidad para entrar en la circulación sanguínea alterando mediadores inflamatorios y aumentado el estrés oxidativo que producen disfunción endotelial o ateroesclerosis. En definitiva, inestabilidad de la placa, vasoconstricción y trombosis.
Está demostrado que la exposición aguda a altos niveles de partículas y de NO2, puede facilitar en horas un mayor número de eventos isquémicos, de mayor severidad y mayor mortalidad. Sin embargo, partículas de mayor tamaño (entre 2,5 y 10 micras) también pueden producir afectación cardiovascular. Estas partículas se originan de diferentes fuentes (con o sin combustión), y a través de incendios, de productos agrícolas, biomasa, polvo, etc…
La composición de las partículas varía en función de la fuente de emisión pudiendo ser moléculas orgánicas complejas, sulfatos, metales tóxicos, polvo, carbón, etc… Otros contaminantes son el monóxido de carbono (CO), dióxido de sulfuro (SO2), u Ozono (O).
¿Qué tenemos que hacer?
En la actualidad, la mayoría de los profesionales que tratan a pacientes con problemas cardiovasculares o con factores de riesgo cardiovascular no consideran a la contaminación ambiental como un factor importante a valorar, probablemente por falta de información, falta de recursos o dudar de nuestra capacidad de modificar ese factor de riesgo. Por tanto, en este aspecto, es fundamental la concienciación de los profesionales sobre la importancia que tiene como factor de riesgo, y el impacto poblacional que se podría alcanzar si se tiene en cuenta.
En este sentido, es necesario que los médicos incluya a la contaminación ambiental en el perfil de riesgo del paciente, valorando dónde viven, dónde, cómo y con qué trabajan, qué actividades realizan en el tiempo libre, etc.
Asimismo, es importante responsabilizar a los pacientes para que se impliquen en sus actividades diarias para contribuir a disminuir la contaminación ambiental, en la medida de sus posibilidades. La administración pública debe estar comprometida con políticas y actividades dirigidas a mejorar el medio ambiente y a facilitar al ciudadano su participación individual
Finalmente las Sociedades Científicas deben dirigir, orientar, concienciar y estimular a los profesionales, a los pacientes y a la propia administración. En este sentido, son muy necesarias iniciativas como la de la Sociedad Española de Cardiología y la Fundación Española del Corazón con la creación de un Grupo de Trabajo SEC-FEC VERDE CARDIOLOGIA AMBIENTAL, cuyo objetivo general es disminuir la morbimortalidad de las enfermedades cardiovasculares relacionadas con la contaminación a través de los siguientes objetivos concretos:
- Profundizar en la difusión del conocimiento de los contaminantes ambientales (contaminación del aire y metales entre otros) como factores de riesgo cardiovascular.
- Fomentar la investigación en el campo de los contaminantes ambientales entre los miembros de la SEC y participar en estudio con otras sociedades que también estén interesadas en la prevención en este campo.
- Instar desde la SEC y la FEC a participar en las estrategias de prevención en salud pública colaborando en el desarrollo de medidas poblacionales y guías de prevención cardiovascular.
- Modificar actitudes y uso de materiales o medios en nuestra sociedad para actuar de acuerdo con las recomendaciones preventivas en este campo.
- Crear una conciencia entre nuestros socios de la importancia de los contaminantes ambientales en la prevención cardiovascular, al mismo nivel de otros factores de riesgo bien conocidos y aceptados en el manejo clínico.
- Fomentar la creación de ciudades cardiosaludables basadas en una arquitectura sostenible .
Dr Federico Lombera Romero
Cardiólogo